FOTO: El anuncio aparecido en la red en el que la joven brasileña vendía su virginidad
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Jóvenes venden su virginidad on line
El pasado diciembre, Catarina Migliorini fue portada de la revista «Playboy». No se trataba de una «playmate» más. Catarina, brasileña de 20 años, puso su virginidad a subasta en internet. ¿El objetivo? En principio, un documental australiano titulado «Virgins Wanted» («Se buscan vírgenes»), que reflejará –sin escenas íntimas, al parecer– el antes y después de perder la virginidad en dos casos concretos: el de esta brasileña y el de un joven ruso, Alex Stepanov.
La iniciativa fue un éxito. Un usuario japonés, de nombre Natsu, ganó la puja tras abonar 780.000 dólares –alrededor de 585.000 euros–; eso sí, en el caso de Alex, el usuario Nene B. –del que se desconoce su sexualidad– apenas tuvo que poner sobre la mesa 3.000 dólares –unos 2.250 euros– para ganar la subasta. El encuentro deberá realizarse en avión, concretamente en algún punto entre Australia y EE UU, para sortear cualquier prohibición vigente en materia de prostitución.
Los casos españoles de venta de virginidad
El caso de «Virgins wanted» es sólo la «oficialización» de una tendencia generalizada en los últimos años. De hecho, en España ya se habían dado casos. Como el de Jennifer, una joven colombiana de 25 años residente en Xirivella (Valencia) que, en 2010, puso a la venta su virginidad por 120.000 euros –si bien luego «rebajó» la cifra a 70.000– para hacer frente a las deudas bancarias, costearse los estudios universitarios y, además, poder cuidar a su madre.
Apenas un año antes, Evelyn Dueñas, peruana de 28 años y también residente en Valencia, publicó un anuncio con idéntico objetivo –en su caso quería costear el tratamiento que requería su madre, afectada de alzhéimer– y, según reconocía, llegó a recibir una «oferta» de más de dos millones de euros. Tras el impacto inicial, poco más se supo de ambos casos.
«Este tipo de situaciones pueden provocar un mercado floreciente y un mayor aumento, tanto de la oferta como de la demanda. Cuando vemos anuncios on line sobre prostitución nos escandalizamos; pero casos como éstos, pese a ser más pintorescos, no tienen por qué ser menos escandalosos. Y es que, la venta de la virginidad por Internet no merece otra valoración moral que la prostitución tradicional.
De hecho, una rápida ojeada por la red revela la existencia de anuncios similares a los ya comentados. «Tengo 19 años. Vendo mi virginidad. Por necesidades económicas ofrezco mi virginidad a cambio de ayuda económica. No me importa edad (preferiblemente mayores de 50, aunque me da igual). Si os interesa, agregadme». Este anuncio está «colgado» actualmente en una página de anuncios. Las personas que lo hacen pueden tener acceso a un mayor número de compradores, lo que hace que el precio aumente. En Internet tienen mayor facilidad de encuentro y de comercio. Y lo ven como una oportunidad para ganar dinero. Eso sí, difícilmente puede discernirse si estos anuncios son reales, bromas, anuncios de prostitución o, directamente, «cebos» para estafas.
Lo que parece claro es que, al menos en España, casos como los de Catarina, Jennifer o Evelyn son legales. Ejercer como tal la prostitución no es delito, según el artículo 189 y siguientes del Código Penal. Querer vender o no la virginidad no diferencia el hecho de que sea prostitución en sí; el acto de prostituirse se entiende por mantener relaciones sexuales por dinero sin diferenciar al grado de experiencia. Por ello, donde existiría la problemática es cuando esa persona es menor de edad. No en vano, el artículo 189 castiga a quien solicite, acepte u obtenga a cambio de una remuneración o promesa, una relación sexual con un menor.
Desde las ONG sí que detectaron una peligrosa tendencia con menores que, con el tiempo, parece haberse atenuado. Había jóvenes que ofrecían fotos de ellas desnudas a cambio de recargas para el móvi. Las jóvenes pensaban que tenían algo que valía dinero: su propio cuerpo. En todo caso, si hay una tendencia que a día de hoy preocupe a las ONG y que involucra a los menores e Internet, ésa es el «sexting». Se trata de aquellos jóvenes que, voluntariamente, intercambian imágenes sexuales con personas de su entorno. Contenidos que pueden dañar su intimidad.
¿Qué opinan al respecto las asociaciones que luchan contra la trata de mujeres? es un tipo de violencia que la mujer ejerce contra sí misma. Estas mujeres ven una demanda, y haciéndolo, saben que pueden ganar dinero. Desde hace tres años, han aumentado el número de menores prostituidas. ¿El motivo? La demanda, de proxenetas y clientes.
El caso de la joven brasileña Catarina no es único, no hay que ir muy lejos para ver anuncios de venta de virginidad en internet. De hecho, en nuestro país hay numerosos casos, como los que se pueden ver en las imágenes de la derecha. Las razones, casi siempre atienden a la coyuntura económica, que lleva a jóvenes a vender su propio cuerpo a cambio de dinero o cualquier otro bien material. Sin embargo, en ocasiones estos anuncios son bromas, estafas o meros anuncios de prostitución.
El pasado diciembre, Catarina Migliorini fue portada de la revista «Playboy». No se trataba de una «playmate» más. Catarina, brasileña de 20 años, puso su virginidad a subasta en internet. ¿El objetivo? En principio, un documental australiano titulado «Virgins Wanted» («Se buscan vírgenes»), que reflejará –sin escenas íntimas, al parecer– el antes y después de perder la virginidad en dos casos concretos: el de esta brasileña y el de un joven ruso, Alex Stepanov.
La iniciativa fue un éxito. Un usuario japonés, de nombre Natsu, ganó la puja tras abonar 780.000 dólares –alrededor de 585.000 euros–; eso sí, en el caso de Alex, el usuario Nene B. –del que se desconoce su sexualidad– apenas tuvo que poner sobre la mesa 3.000 dólares –unos 2.250 euros– para ganar la subasta. El encuentro deberá realizarse en avión, concretamente en algún punto entre Australia y EE UU, para sortear cualquier prohibición vigente en materia de prostitución.
Los casos españoles de venta de virginidad
El caso de «Virgins wanted» es sólo la «oficialización» de una tendencia generalizada en los últimos años. De hecho, en España ya se habían dado casos. Como el de Jennifer, una joven colombiana de 25 años residente en Xirivella (Valencia) que, en 2010, puso a la venta su virginidad por 120.000 euros –si bien luego «rebajó» la cifra a 70.000– para hacer frente a las deudas bancarias, costearse los estudios universitarios y, además, poder cuidar a su madre.
Apenas un año antes, Evelyn Dueñas, peruana de 28 años y también residente en Valencia, publicó un anuncio con idéntico objetivo –en su caso quería costear el tratamiento que requería su madre, afectada de alzhéimer– y, según reconocía, llegó a recibir una «oferta» de más de dos millones de euros. Tras el impacto inicial, poco más se supo de ambos casos.
«Este tipo de situaciones pueden provocar un mercado floreciente y un mayor aumento, tanto de la oferta como de la demanda. Cuando vemos anuncios on line sobre prostitución nos escandalizamos; pero casos como éstos, pese a ser más pintorescos, no tienen por qué ser menos escandalosos. Y es que, la venta de la virginidad por Internet no merece otra valoración moral que la prostitución tradicional.
De hecho, una rápida ojeada por la red revela la existencia de anuncios similares a los ya comentados. «Tengo 19 años. Vendo mi virginidad. Por necesidades económicas ofrezco mi virginidad a cambio de ayuda económica. No me importa edad (preferiblemente mayores de 50, aunque me da igual). Si os interesa, agregadme». Este anuncio está «colgado» actualmente en una página de anuncios. Las personas que lo hacen pueden tener acceso a un mayor número de compradores, lo que hace que el precio aumente. En Internet tienen mayor facilidad de encuentro y de comercio. Y lo ven como una oportunidad para ganar dinero. Eso sí, difícilmente puede discernirse si estos anuncios son reales, bromas, anuncios de prostitución o, directamente, «cebos» para estafas.
Lo que parece claro es que, al menos en España, casos como los de Catarina, Jennifer o Evelyn son legales. Ejercer como tal la prostitución no es delito, según el artículo 189 y siguientes del Código Penal. Querer vender o no la virginidad no diferencia el hecho de que sea prostitución en sí; el acto de prostituirse se entiende por mantener relaciones sexuales por dinero sin diferenciar al grado de experiencia. Por ello, donde existiría la problemática es cuando esa persona es menor de edad. No en vano, el artículo 189 castiga a quien solicite, acepte u obtenga a cambio de una remuneración o promesa, una relación sexual con un menor.
Desde las ONG sí que detectaron una peligrosa tendencia con menores que, con el tiempo, parece haberse atenuado. Había jóvenes que ofrecían fotos de ellas desnudas a cambio de recargas para el móvi. Las jóvenes pensaban que tenían algo que valía dinero: su propio cuerpo. En todo caso, si hay una tendencia que a día de hoy preocupe a las ONG y que involucra a los menores e Internet, ésa es el «sexting». Se trata de aquellos jóvenes que, voluntariamente, intercambian imágenes sexuales con personas de su entorno. Contenidos que pueden dañar su intimidad.
¿Qué opinan al respecto las asociaciones que luchan contra la trata de mujeres? es un tipo de violencia que la mujer ejerce contra sí misma. Estas mujeres ven una demanda, y haciéndolo, saben que pueden ganar dinero. Desde hace tres años, han aumentado el número de menores prostituidas. ¿El motivo? La demanda, de proxenetas y clientes.
Entre la estafa y la prostitución
El caso de la joven brasileña Catarina no es único, no hay que ir muy lejos para ver anuncios de venta de virginidad en internet. De hecho, en nuestro país hay numerosos casos, como los que se pueden ver en las imágenes de la derecha. Las razones, casi siempre atienden a la coyuntura económica, que lleva a jóvenes a vender su propio cuerpo a cambio de dinero o cualquier otro bien material. Sin embargo, en ocasiones estos anuncios son bromas, estafas o meros anuncios de prostitución.
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